El 17 de agosto se honra al Libertador, quien falleciera en 1850 en Boulogne-sur Mer, en muchos países de América entera. En su homenaje, el artista Ramiro Ghigliazza realizó un asombroso trabajo que le permitió «rejuvenecer» y «fotografiar» al prócer argentino digital, pero artesanalmente.

Cada 17 de agosto se conmemora en Argentina el día del Paso a la Inmortalidad del General José de San Martín, el Libertador de América que nació un 25 de febrero de 1778 en Yapeyú, actual territorio de la provincia de Corrientes, y quien falleciera en 1850 en Boulogne-sur Mer, Francia, en compañía de su hija Mercedes y sus nietas.

En 1848, José de San Martín era un hombre de 70 años, vivía su exilio en la ciudad costera francesa y, más por insistencia de su primogénita que por su propia voluntad, aceptó ser fotografiado.

Aquel daguerrotipo, primer procedimiento fotográfico conocido y puesto en práctica en 1839, tomado dos años antes de su muerte, es la única imagen genuina del Libertador de América. Todas las otras imágenes conocidas son pinturas y no hay dos San Martín iguales, incluso cuando se trate del mismo artista.

El belga Jean B. Madou, autor de la célebre pintura de San Martín con la bandera argentina detrás y que habita cada aula argentina, lo retrató muchas veces, incluso en el mismo año, 1928, y ninguna es igual a la otra. Madou nos ofrece tantos San Martín como las veces que decidió pintarlo.

De todos los artistas contemporáneos a San Martín que lo retrataron, solo uno de ellos, José Gil de Castro, en Lima, en 1817, tuvo la irrepetible oportunidad de contar con él delante, como modelo y el resultado fue de corte caricaturesco muy alejado del modo en que era retratado en ese tiempo.

Tantos retratos tan diferentes unos de otros: ¿cómo sería el rostro de San Martín? ¿Cómo sería el de los años revolucionarios de la década del 10 de aquel siglo XIX?

Ramiro Ghigliazza (Morón, 1975), hábil e inquieto diseñador gráfico especializado en el manejo del popular Adobe Photoshop para retocar fotos, oficio que aprendió en su momento en una agencia de publicidad de Rosario, creyó tener una respuesta.

Inspirado en el trabajo de reconstrucción del rostro de Simón Bolívar que habían hecho en Venezuela con resultados sorprendentemente realistas, Ghigliazza decidió poner manos a la obra sobre el rostro de San Martín. Casi diez años de un trabajo que combinó tecnología, arte y una exhaustiva revisión de documentos históricos, fueron reunidos en «San Martín la reconstrucción y el enigma de su rostro», que devela el gran misterio sobre la identidad del libertador en épocas de la independencia y revolución.

«Siempre tuve la curiosidad de hacer algo relacionado a lo artístico», le contó en mayo Ghigliazza al diario Río Negro, de donde se extrajó esta nota. «En, 2013, cuando vi cómo habían reconstruido el rostro de Simón Bolívar con 3D, me pregunté si yo podía hacer lo mismo con mis recursos que era el retoque fotográfico. Incluso me pareció más interesante». Sus herramientas y técnicas iban a ser el fotomontaje, modelaje, extracción e inserción de tejidos, distorsión, clonación y redibujo digital sobre fotografías de rostros humanos.

«Ese retrato, una vez que llegue al nivel fotográfico, porque esa era la idea, que parezca una foto, y que me llevó casi cuatro años de trabajo, empecé a contemplar los testimonios de sus contemporáneos que lo describían de muy diversos modos, pero de los que fui recabando la información necesaria para poder proyectarlas en las imágenes que estaba trabajando», contó.

El trabajo de investigación de identidad con el que Ghigliazza comenzó a buscar una respuesta a la pregunta sobre cómo era San Martín en tiempos de la revolución tuvo como punto de partida aquella «pintura de la bandera» de Madou, que el propio San Martín tuvo colgado en su habitación hasta el día de su muerte. Luego de ese retrato fotográfico, Ghigliazza decidió trabajar sobre el daguerrotipo tomado en 1848 y comenzar, desde allí, un increíble proceso de rejuvenecimiento de José de San Martín.

Lo que hizo Ghigliazza fue tomarle fotos a personas que él consideraba que podían aportarle algo, algún detalle por mínimo que sea, para reconstruir el rostro anciano del San Martín del daguerrotipo en un anciano y «fotografiado» San Martín.

El artista visual aclaró que no se trata de Inteligencia Artificial, sino de un exhaustivo trabajo artesanal de collage de pequeñas partes y en algunos casos hasta de dibujo, cuando no encuentra en las fotos actuales las partes que necesita para completar el rostro de San Martín. «Hay que tener cuidado con las herramientas que se usan porque no todos envejecemos igual», advirtió.

«La Inteligencia Artificial usa patrones, pero no tiene la información genética de cada persona. A la Inteligencia Artificial le tenés que dar vos los datos, qué le pasó a la persona en su vida, por qué circunstancias atravesó, físicas, sociales y emocionales. Todo eso influye en el envejecimiento».

El daguerrotipo va desapareciendo paulatinamente hasta convertirse en una fotografía actual, tanto de aquel San Martín de 70 años como del más lejano aun San Martín de los años revolucionarios de fines de la década del 10 del siglo XIX.

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