

El Presidente Javier Milei tomó una decisión drástica este miércoles tras la controversia generada por las declaraciones del Subsecretario de Deportes de la Nación, Julio Garro. En la mañana, Garro había afirmado que Lionel Messi y Claudio "Chiqui" Tapia debían pedir disculpas por la polémica surgida tras los cánticos racistas de la Selección argentina.
En un comunicado oficial, el Gobierno expresó: "La Oficina del Presidente informa que ningún gobierno puede decirle qué comentar, qué pensar o qué hacer a la Selección Argentina Campeona del Mundo y Bicampeona de América, ni a ningún otro ciudadano. Por esta razón, Julio Garro deja de ser Subsecretario de Deportes de la Nación".
La controversia comenzó cuando Garro, durante una entrevista con Urbana Play, sugirió que tanto Messi como Tapia debían disculparse por los incidentes racistas. Estas declaraciones desataron una ola de críticas en las redes sociales y generaron un intenso debate sobre el rol de los funcionarios públicos en asuntos deportivos.
El mismo miércoles, en un intento por calmar las aguas, Garro negó haber pedido disculpas a Messi, calificando esa acción como "una falta de respeto" al astro del fútbol y a su rol en la Selección. Sin embargo, la presión social y política ya había alcanzado un punto crítico.
El Presidente Milei, conocido por su postura firme y liberal, no tardó en reaccionar. La decisión de destituir a Garro refleja un claro mensaje sobre la autonomía y respeto que el Gobierno debe mantener hacia los deportistas y ciudadanos. "Ningún Gobierno puede decirle qué comentar, qué pensar o qué hacer a la Selección Argentina", subrayó el comunicado presidencial, reiterando la política de no interferencia en la libertad de expresión de los individuos.
La destitución de Garro ha generado diversas reacciones. Mientras algunos aplauden la firmeza de Milei en defender la libertad de expresión y la independencia de los deportistas, otros critican la rapidez de la decisión y la falta de un proceso de diálogo antes de llegar a esta medida extrema.
La situación evidencia las tensiones internas dentro del Gobierno y la presión constante que ejercen las redes sociales en la política contemporánea. La destitución de Garro marca un precedente sobre los límites del rol gubernamental en asuntos deportivos y la importancia de respetar la autonomía de las figuras públicas.