La fecha fue dispuesta a instancias del congreso de la Segunda Internacional que se realizó en la ciudad de París en 1889, en conmemoración de los Mártires de Chicago.

Este lunes, como cada 1° de mayo, se celebra en Argentina a los trabajadores a instancias del congreso de la Segunda Internacional (asociación de partidos socialistas, laboristas y anarquistas de todo el mundo) que se realizó en la ciudad de París en 1889 y que dispuso esa fecha como Día Internacional del Trabajador para conmemorar a los Mártires de Chicago.

Al fines del Siglo XIX, en esa ciudad estadounidense, la segunda con más habitantes del país y con gran parte de su población compuesta por obreros, se produjeron movimientos bajo el lema «ocho horas de trabajo, ocho horas de ocio y ocho horas de descanso», con el fin de acortar las extenuantes jornadas laborales, que podían ser de hasta 18 horas.

La única limitación que había en algunos Estados era la prohibición de que una persona trabajara 18 horas seguidas sin una causa justificada. La mayoría de los obreros estaban afiliados a la Noble Orden de los Caballeros del Trabajo, aunque tenía más preponderancia la American Federation of Labor. En su cuarto congreso, realizado el 17 de octubre de 1884, ésta había resuelto que desde el 1 de mayo de 1886 la duración legal de la jornada de trabajo debería ser de ocho horas. De lo contrario, habría huelga.

El 1 de mayo de 1886, 200 mil trabajadores iniciaron la huelga mientras que otros 200 mil obtenían esa conquista con la simple amenaza de paro. En Chicago, donde las condiciones de los trabajadores eran mucho peores que en otras ciudades, las movilizaciones siguieron los días 2 y 3, cuando tras una batalla campal una compañía de policías procedió a disparar a quemarropa sobre la gente, produciendo seis muertos y decenas de heridos.

El día 4 hubo una convocatoria masiva en Haymarket Square y una persona que nunca fue identificada arrojó una bomba incendiaria que mató a siete policías e hirió a otros sesenta. Las fuerzas de seguridad reprimieron con disparos, dejando un saldo de muertos y heridos entre los trabajadores.

Por los graves acontecimientos, 31 personas fueron enjuiciadas el 21 de junio de 1886. Ocho de ellos fueron condenados en un proceso plagado de irregularidades: dos de ellos a cadena perpetua, uno a 15 años de trabajos forzados y cinco a la muerte en la horca.

Los mártires de Chicago, todos condenados a muerte, fueron George Engel, un tipógrafo alemán de 50 años; Adolph Fischer, otro alemán, periodista y de 30 años; Albert Parsons, un estadounidense de 39 años; August Vincent Theodore Spies, un alemán de 31 años; y Louis Lingg, carpintero alemán, de 22 años, quien se suicidó en su propia celda para no ser ejecutado.

Un año más tarde de la masacre en Illinois se reconoció que el juicio a los Mártires de Chicago no había respetado el derecho de los acusados, y el gobernador perdonó a los sindicalistas que estaban detenidos: Samuel Fielden, inglés de 39 años, pastor metodista y obrero textil, condenado a cadena perpetua; Oscar Neebe, estadounidense de 36 años, vendedor, condenado a 15 años de trabajos forzados; y Michael Schwab, alemán de 33 años, tipógrafo, condenado a cadena perpetua.

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