El líder del PRO llegó al encuentro con expectativas de participar en la nueva etapa del Gobierno, en un contexto en el que se rumoreaban posibles cambios de gabinete y una ampliación del espacio oficialista. Sin embargo, Milei no le ofreció ningún cargo ni acuerdo político, lo que generó malestar en el entorno macrista.
La cena estuvo atravesada por la noticia de las renuncias de Guillermo Francos y Lisandro Catalán, que concentraron la atención del Presidente. Francos fue reemplazado por el vocero presidencial Manuel Adorni, una decisión que no cayó bien en el PRO. “Poner a Adorni en lugar de Francos es como si nosotros hubiéramos puesto a Fer de Andreis en lugar de Marcos Peña”, ironizó un dirigente cercano a Macri.
Sin avances concretos, Macri optó por no hacer declaraciones públicas tras la reunión, aunque en su entorno advirtieron: “Tenemos 20 diputados, nos van a necesitar”. La advertencia no es menor: La Libertad Avanza contará con poco más de 80 bancas en Diputados a partir de diciembre, lejos del número necesario para alcanzar el quórum y aprobar leyes clave como el Presupuesto o las reformas laborales y fiscales.
Además de las tensiones con Milei, el PRO atraviesa una interna propia. Patricia Bullrich rompió el bloque y se alineó con el oficialismo para garantizar la continuidad de Martín Menem en la presidencia de la Cámara de Diputados, lo que debilitó la posición de Cristian Ritondo, el candidato de Macri para ese lugar.
En este clima, la reunión entre ambos líderes, que en otros tiempos simbolizaba una posible alianza estratégica, dejó más distancias que coincidencias. Milei, fortalecido por su victoria electoral, evita compartir poder; mientras que Macri, con el control de una parte clave del bloque opositor, advierte que el Gobierno no podrá avanzar sin acuerdos parlamentarios.
El tablero político, marcado por la desconfianza y las internas, vuelve a mostrar la fragilidad de los equilibrios en la era Milei.