

La actividad industrial volvió a mostrar señales de deterioro en agosto. De acuerdo con el último relevamiento del Centro de Estudios de la Unión Industrial Argentina (CEU-UIA), la producción cayó cerca de 3% interanual, mientras que en la comparación mensual se mantuvo en los mismos niveles de julio, cuando ya se había registrado una baja de 2,3%.
El Monitor de Desempeño Industrial (MDI) se ubicó en 45,3 puntos, por debajo del umbral de expansión por decimotercer mes consecutivo. Según el informe, “se confirma la persistencia de un escenario industrial marcado por debilidad en la demanda y un horizonte de recuperación todavía incierto”. En este contexto, el 36,3% de las empresas reportó una caída en su producción y el 43,5% en sus ventas, mientras que apenas el 18,6% indicó mejoras.
El retroceso se reflejó también en el mercado laboral: el 24,4% de las firmas redujo su dotación de personal, el nivel más alto de la serie, y por primera vez en los últimos relevamientos los recortes superaron a la reducción de turnos. El empleo mostró así una dinámica contractiva que golpea con mayor intensidad a micro y pequeñas empresas, donde la diferencia entre las que crecen y las que caen fue más amplia.
Entre las preocupaciones centrales de los industriales volvió a ubicarse la caída de la demanda interna (40,1%), especialmente la vinculada a otras industrias (22,5%). A esto se sumó el impacto de la competencia con productos importados y el aumento de costos, en el que el laboral fue señalado como el de mayor incidencia. Además, más de la mitad de las compañías advirtió un incremento en la oferta informal de productos similares a los suyos, lo que refuerza la pérdida de mercado formal.
En paralelo, el informe señaló que el 44,1% de las empresas tuvo dificultades para cumplir con alguno de sus pagos (salarios, proveedores, compromisos financieros o impuestos) y que el 39,6% necesitó financiamiento bancario, aunque el 42,8% no accedió al monto requerido. Las trabas fueron más severas en las PyMEs, mientras que las grandes lograron cubrir en mayor medida sus necesidades.
Las expectativas empresariales también se moderaron. Solo el 48,6% prevé una mejora en su situación económica, frente al 57,8% del relevamiento anterior. La proporción es aún menor cuando se consulta por el sector (46,4%) y por el país en general (53,1%). En definitiva, el panorama que surge de la encuesta muestra a una industria que, tras el rebote de 2024, atraviesa un nuevo estancamiento y que proyecta alcanzar niveles óptimos de producción recién a partir de 2026.