

Cuando parecía que Daniel Parisini, más conocido como “el Gordo Dan”, intentaba retroceder borrando su violento posteo contra Luis Juez, la realidad demostró lo contrario. El libertario eligió su terreno favorito, las redes sociales, para llevar la polémica a nuevos niveles. No solo fijó una publicación con la captura de su mensaje borrado, sino que sumó una seguidilla de agravios contra el senador cordobés y, otra vez, contra su propia hija.
Entre sus nuevas publicaciones, Parisini reposteó una que decía: “Qué mal la debe pasar Carla sabiendo que su progenitor nunca la quiso y que sólo se hizo cargo de ella porque se lo ordenó un juez. Poco hombre. Abz!” y “Luis Juez es un hijo de puta. Y lo digo con la tranquilidad de estar parado en el mismo lugar de siempre”. Además, compartió un video en el que Juez habla de su hija acompañado por la leyenda: “🚨 EXTREMADAMENTE REPUDIABLE LO DE LUIS JUEZ🚨”.
La escalada generó tal nivel de hostigamiento que el propio senador decidió poner privada su cuenta. Paralelamente, surgieron mensajes de solidaridad y repudio hacia la situación que debió atravesar su hija. Varios usuarios señalaron que, si bien lo que Juez admitió en ese registro audiovisual es doloroso, nada justifica el uso de la discapacidad de su hija como herramienta de ataque político.
El caso también expuso a la tropa digital libertaria. Incluso compañeros de stream de Parisini aseguraron que “nadie nos va a decir cómo dar la batalla en redes, ese es nuestro territorio”, dejando en claro que no piensan retroceder. Lo que parecía un exabrupto individual se revela como una estrategia de confrontación organizada.
La contradicción golpea al corazón del oficialismo. Hoy funcionarios buscan despegarse del Gordo Dan, pero lo cierto es que hace apenas unos meses era considerado para integrar listas y su armado respondía directamente a Santiago Caputo, pieza clave de la mesa chica de Javier Milei. Parisini no es un marginal de la política libertaria: es un emergente de la cultura digital que el propio gobierno promovió y que ahora se le vuelve en contra.
La polémica estalla, además, en un momento de extrema fragilidad para La Libertad Avanza. En medio de la cautelar judicial que prohibió difundir los audios filtrados de Karina Milei desde la Casa Rosada, la interna se profundiza: si los audios existen es porque alguien dentro de la propia estructura grabó a la hermana del Presidente y a otros funcionarios. La discusión sobre quién los filtró abre una herida de desconfianza en el núcleo más cerrado del poder libertario.
La central obrera denunció censura previa y cuestionó el avance del Gobierno sobre la prensa tras días de silencio frente al escándalo Milei.
La imagen final es la de un oficialismo corroído desde adentro: un gobierno que hace de la furia su bandera, pero que ahora enfrenta su propio monstruo digital. Lo que comenzó con un ataque personal a Juez terminó siendo un espejo de las debilidades estructurales de La Libertad Avanza, incapaz de contener a sus soldados más leales y de ordenar su propia tropa.