

La irrupción del caso Spagnuolo no solo sacudió la agenda judicial sino también el tablero político: según un estudio realizado por La Sastrería y Trespuntozero entre el 22 y el 26 de agosto, la corrupción pasó a ser el principal problema del país para un 44,5% de los argentinos, relegando a la pobreza (16,1%) y a la inseguridad (13,2%).
El sondeo, basado en 1200 casos en todo el territorio nacional, detectó un deterioro sin precedentes en la imagen del Gobierno. El 57% de los encuestados evalúa la gestión como “mala” o “muy mala”, mientras que apenas un 39,9% la considera “buena” o “muy buena”. Se trata del registro más bajo desde la asunción de Javier Milei, que en junio ostentaba un 52% de imagen positiva. Hoy, en cambio, presenta 58,5% de negativa y solo 38,8% de positiva, ubicándose por debajo de Axel Kicillof y Cristina Kirchner en el ranking de dirigentes.
En cuanto a los audios atribuidos a Spagnuolo, exdirector de la Agencia Nacional de Discapacidad, un 78,8% de la población dijo conocer el caso. La mayoría (62,5%) los interpreta como una confirmación de “hechos graves de corrupción en el Gobierno”, mientras que un 32,8% los considera una “operación política”, en sintonía con el discurso oficialista.
El escándalo también golpea de lleno a Karina Milei: el 61,4% la califica de manera “mala” o “muy mala”, luego de que el exfuncionario mencionara su presunta participación en la trama de sobornos, con un supuesto retorno del 3% en operaciones con la droguería Suizo Argentina.
El impacto político ya se refleja en la intención de voto: un 15,3% de quienes se habían inclinado por La Libertad Avanza en 2023 aseguran ahora que no repetirán su elección. En contraste, un 37,6% sostiene que seguirá votando al oficialismo.
La crisis de confianza se suma al desgaste que ya arrastraba la gestión tras el desarme de las Letras Fiscales de Liquidez (LEFI) y la volatilidad cambiaria de julio. Desde entonces, las encuestas marcan seis semanas consecutivas de caída.
Las percepciones personales sobre Milei también cambiaron: sus seguidores aún lo identifican con palabras como “esperanza” o “honestidad”, pero sus detractores lo asocian crecientemente con la palabra “corrupto”. En el caso de Karina, sus simpatizantes la definen como “Jefe”, mientras que los críticos la califican sin rodeos de “corrupta”.