

Antes de repartir el primer folleto, la Junta Electoral les dio un cachetazo burocrático y bajó a varios candidatos. Las razones, entre papeles incompletos, requisitos incumplidos y detalles que se solucionan con gestión, o con magia, quedaron a la vista: no tenían ni lo uno ni lo otro.
Hoy, más que un frente político, parecen un club social improvisado, con más vocación de selfie y posteo en redes que de proyecto serio. Un grupo de entusiastas que soñó con ser protagonista y terminó debutando… en el boletín de sanciones de la Junta Electoral.
Lo de Zubillaga y Amílcar es como entrar a la cancha sin botines, sin pelota y con la mitad del plantel lesionado. El torneo todavía no empezó y ya están pidiendo tiempo muerto.