

Construido entre 1910 y 1911 por José Marino, el hotel surgió para responder a la creciente demanda de alojamiento de los veraneantes, que en aquella época permanecían en la ciudad durante varias semanas. En su época de esplendor, albergó a familias de la aristocracia porteña y se consolidó como un símbolo del turismo de lujo en Necochea.
El hotel fue ampliado en distintas etapas y, hacia 1950, contaba con 100 habitaciones, dos jardines, un restaurante para 320 personas, cocina, panadería, sala de juegos, solárium y una sala de exposiciones.
En 2010, los herederos de José Marino (Esther Judith Genoveva Marino de Azorín, Julio Eduardo Marino, Celia Beatriz Marino y María Elena Marino) vendieron la propiedad a la UATRE (Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores), en ese entonces liderada por el necochense Gerónimo "Momo" Venegas.
El sindicalista soñaba con restaurar el hotel y devolverle su esplendor original. De hecho, se iniciaron trabajos de reparación en los techos y el recambio de tejas para preservar la fachada histórica. Sin embargo, su fallecimiento en 2017 dejó la obra inconclusa, y desde entonces, el edificio ha quedado en el abandono.
Pese a ser declarado Patrimonio Histórico por la Comisión Honoraria de Preservación del Patrimonio Arquitectónico e Histórico del Distrito de Necochea, el deterioro del Hotel Marino avanza con el paso del tiempo. La decisión de la UATRE de venderlo abre interrogantes sobre el futuro del emblemático edificio, que alguna vez fue un emblema del turismo de elite en la ciudad.