

En las vísperas del 17 de octubre, Día de la Lealtad, la relación entre la exmandataria y el gobernador Axel Kicillof se mantiene en un estado de guerra fría. Cristina Kirchner ha tomado la decisión de postularse para la conducción del partido, un rol que en el pasado había evitado, pero ahora, respaldada por un operativo clamor organizado por intendentes y dirigentes del espacio, ha aceptado el desafío con una clara condición: unidad total, lo que implica que los demás aspirantes deben retirarse de la carrera.
El clima interno se ha tensado aún más con la candidatura del gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela, quien, con el respaldo de algunos sectores del interior, busca también liderar el PJ. Quintela había seguido el manual tradicional de construcción política, estableciendo alianzas y construyendo desde su provincia, pero su candidatura parece quedar relegada ante el peso de la figura de Kirchner.
Por otro lado, Axel Kicillof, a pesar de haber sido una figura cercana a Cristina, ha sido excluido de las conversaciones estratégicas para la reestructuración del partido. El diálogo entre ambos se ha interrumpido, lo que ha dejado al gobernador bonaerense fuera de las negociaciones clave. Fuentes cercanas indican que Kicillof no fue informado de la candidatura de Kirchner, lo que ha generado malestar en su entorno. Este distanciamiento podría tener consecuencias en el futuro liderazgo del peronismo en la provincia de Buenos Aires.
Mientras tanto, Kicillof se prepara para ser el único orador en el acto por el Día de la Lealtad en Berisso. La incógnita que queda es si el gobernador aprovechará esta oportunidad para tomar una postura más firme dentro de la interna peronista o si continuará evitando el conflicto directo con la líder del espacio.
La situación actual del peronismo refleja las divisiones y tensiones que atraviesa el partido, en medio de un escenario político cambiante y la necesidad de reorganizarse de cara a los próximos desafíos electorales. Con Cristina Kirchner buscando un control férreo del PJ y Kicillof manteniéndose al margen, el futuro del espacio se encuentra en una encrucijada clave.