

Fue una noche de personas atribuladas. De una estrategia de acompañamiento emocional que implosionó y dejó a Alberto Fernández todavía más solo. Repudiado por los suyos. Ninguno de los integrantes de la mesa chica de amigos del peronismo porteño, que se había organizado para visitarlo diariamente en medio del escándalo por la denuncia de Fabiola Yañez, decidió seguir adelante, según una nota publicada por el canal nacional TN.
El medio asegura que la difusión de fotos y chats con escenas de violencia, sumado a los videos filmados por él mismo en el despacho presidencial con Tamara Pettinato, produjo un vacío voluminoso. Un silencio. Ya nadie le preguntó cómo estaba. El jueves por la noche, el expresidente seguía de madrugada con las luces encendidas del piso 12 del edificio River View al que ni Enrique Albistur, su propietario y generoso prestador de residencia, llegó para acompañarlo. Lejos de eso, el publicista sostuvo su viaje a La Rioja para asistir a la jura de la nueva Constitución provincial.
Así está el expresidente: insistiendo su inocencia por whatsapp a gente que ya no le responde, asistido por su custodia, su medio hermano y su perro Dylan, al que mandaron a traer de urgencia de la casa de la empleada doméstica que lo estaba cuidando porque exactamente en esta fecha, en esta semana, Alberto Fernández, tenía pensado estar en España visitando a su hijo Francisco. Una escena que hasta pocos días podría haber resultado tan usual y que ahora solo se contrapone con esta realidad desquiciante.
Es apenas el inicio de un derrotero que será demoledor. Que hará crujir la capacidad de asombro, que solo acelerará a partir de ahora y que contendrá, casi con seguridad, una entrevista a Yañez desde Madrid en las próximas horas y su declaración judicial el lunes para iniciar un expediente que monopolizó la atención del país y altera y alerta a gran parte de los integrantes del Gobierno kirchnerista. Los máximos dirigentes del peronismo recibían mensajes para que suspendan lo que estaban haciendo y enciendan la tele. Hubo momentos de desconcierto y confusión.
En el medio del vértigo, se está activando un operativo de control de daños. No sobre Alberto, claro. Sobre los que estuvieron a su alrededor en el poder. Apurados por el miedo, el bloque de Unión por la Patria, escribió un comunicado expresando su confianza en los relatos de las víctimas de violencia de género y de Fabiola en particular. La Cámpora fue más vehemente.
Todo esto sucedió antes de la filtración de los contenidos de los chats y del video en el despacho, dos datos que escalaron a otro nivel la preocupación y obligaron a romper el silencio difícil de justificar que mantenía CFK: "Las fotos de la Sra. Fabiola Yañez con hematomas en su cuerpo y rostro junto a los chats publicados que revelan el diálogo entre ella y el ex Presidente, no sólo muestran la golpiza recibida, sino que delatan los aspectos más sórdidos y oscuros de la condición humana. Permiten comprobar, una vez más y dramáticamente, la situación de la mujer en cualquier relación, se desarrolle ésta en un palacio o en una choza".
Axel Kicillof también declaró estar "en shock". Sergio Massa había planificado un acto del Frente Renovador este sábado en Sierra de la Ventana que suspendió por razones "logísticas".
En el entorno del expresidente, ya nadie habla por teléfono sin pensar que será convocado como testigo. La ex portavoz Gabriela Cerruti, el ex secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello; Juan Manuel Olmos; Eduardo Valdes. La lista es infinita. Juran que jamás lo hubieran podido imaginar.
Vilma Ibarra, que fue su pareja diez años y lo acompañó como Secretaria de Legal y Técnica en la Presidencia (un cargo de muchísima cercanía y confianza porque es quien "cuida" su firma en los decretos), circula desolada por la Auditoría General de la Nación donde trabaja ahora. Asegura que no puede asimilarlo. Es una mujer de un enorme compromiso con los temas de género.
Algo muy parecido sostienen los que estuvieron a su lado en su círculo chico de la política porteña desde hace más de 30 años. A pesar de la evidencia y de las filtraciones periodísticas del año pasado sobre su separación, el expresidente la negaba en la intimidad. Recién hace poco tiempo reconoció a uno de ellos que cuando iba a visitar a su hijo a Madrid, se alojaba en otro departamento.
Es difícil que Daniel Rodríguez -intendente de la quinta de Olivos en su gestión y pieza clave en la trama de los teléfonos de la causa de los seguros- pueda sostener esa posición. A diferencia de otros casos de violencia de género que suceden en la intimidad y suele contraponerse la palabra de la víctima con la del victimario porque no hay testigos, la acusación contra el expresidente implicará la citación de un montón de funcionarios públicos que pudieron ver o escuchar la violencia.
En octubre del año pasado por ejemplo, en el silencio de la quinta de Olivos, se escucharon gritos. Insultos de Fabiola a Alberto. Respuestas fuertes de él. Los jardines de Olivos están llenos de ojos. Administración, jardineros, empleados de limpieza, Casa Militar. El exmandatario había ido a la Casa de Huéspedes donde ella vivía con su hijo y su madre pero empezó una discusión que fue escalando en tono antes de ingresar a la casa. Vieron cómo él la tomó de los hombros tratando de forzarla a entrar. Los testigos consultaron a sus superiores qué hacer. La pelea se disolvió cuando el expresidente se volvió a la residencia.
La Justicia allanó este viernes por la noche el departamento de Alberto Fernández en Puerto Madero, en el contexto de la denuncia de Fabiola Yañez, su expareja, por violencia de género. Un móvil policial se acercó al edificio edificio River View, en la calle Macacha Güemes y los agentes subieron al piso 12 para secuestrar el celular, la tablet y un pendrive del expresidente.
La medida fue pedida por el fiscal federal Carlos Rivolo y su colega Ramiro González, bajo la autorización del juez Julián Ercolini y con el objetivo de conocer si Fernández hostigó a la ex Primera Dama luego de haber sido notificado de la acusación.